La escritora inglesa Agatha Flora, o Mary Elizabeth Agatha Flora, tal su verdadero nombre, fue la primera y última… en cultivar el revolucionario género policial-romántico-teatral y de suspenso en verso.
Poema robado sin permiso pero avisado del blog de Silvina Grimaldi Bonin
(Texto extraído de
¨Gritar o llorar, that it the question¨
Cap. 19, Versículo 71)
De no ser correspondido
en la aventura de amar,
con la tragedia que implica...
¿a quién se debe culpar?
¿Al que amó sin darse cuenta
que el barco iba a naufragar,
o a quien no movió una mano
para intentarlo salvar?
Del crimen que parte en dos
a un corazón, sin piedad,
cuyo latido se vuelve
un estertor visceral;
del almicidio ensañado
que nadie puede probar,
a pesar de sus alcances…
¿a quién se debe culpar?
Se presume que fui yo
la que te quiso de más,
y la que nunca pidió
cabal reciprocidad,
pero sumando y restando
los números al final,
salta a la vista de un ciego
que fue injusticia total.
¡Corrijo al que llame amor!
al río que sólo va
y que se lleva en su lecho
los anhelos del que da
esperando nada a cambio
por tal generosidad,
y manchando con su sangre
las perlas de un manantial.
¡Corrijo al que llame amor!
con osada liviandad
al sentimiento que apenas
acuna una voluntad,
y que jamás se consuma
porque no puede llegar
a destino (por destino)
o capricho del azar.
Este cielo es tan inmenso
como es el lecho del mar,
y nadie repararía
en una luz que se va,
en una piedra que rompe
con su revés un cristal,
o en un amor que agoniza
lentamente y sin gritar.
Ni el postrimer catalejo
que lograras encontrar,
ni tus ojos tan idóneos
podrían determinar
en qué momento una estrella
se termina de apagar,
habiendo tantas estrellas
en la azul inmensidad.
Y ya cerrando el romance
que he tratado de engarzar…
¡Corrijo al que llame amor!
a esta especie de puñal
que se te clava en el pecho
y no te llega a matar
porque duplica su gozo
cuando te ve agonizar.
De no ser correspondido
en la aventura de amar,
con la tragedia que implica...
¿a quién se debe culpar?
¿Al que amó sin darse cuenta
que el barco iba a naufragar,
o a quien no movió una mano
para intentarlo salvar?
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Agatha Flora
Silvina Grimaldi Bonin
La últimas palabras
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Foto: JULIE NEWMAR (Gatúbela)